Wednesday, April 15, 2020

¡Tenemos que cambiar nuestros malos modos, gente!

Preparados para el virus, la vida continua 

Solía ​​pensar que no era algo especial tomar un baño. Si bien es uno de los pequeños placeres de la vida, pues le da a uno la sensación de estar limpio, casi renovado, pero que no es algo muy especial.

No es una revelación decir que nuestras vidas estén formadas, transformadas y ciertamente mimadas por las muchas cosas y placeres pequeños, y algunas no tan pequeñas, que damos por un hecho.

Tome el lector mi ducha (Uh, lo digo metafóricamente no literalmente porque tomar un baño a través de un proxy no es tan agradable) como ejemplo.

Al tomar un baño uno da muchas pequeñas cosas por un hecho. Primero, tan pronto como uno abre el grifo que el agua fluirá, y que el agua estará caliente porque habrá gas para calentarla, y que habrá suficiente agua para que incluso uno cante algunas canciones mientras se está bañando.

También damos por un hecho que el drenaje funcionará y que no tendrá uno que pararse en 30 centímetros de agua sucia y jabonosa. Por supuesto, uno da como un hecho que el champú, la barra de jabón y el acondicionador estarán allí cuando uno los busque porque el día anterior dio uno por un hecho que el nuevo servicio de compras en línea funcionaría como se anunció y se entregaría todo lo que uno pidió al puerta de nuestra casa.

Una vez que uno haya terminado de cantar arias de "El barbero de Sevilla" y haya cerrado el agua, otra cadena de eventos que también damos como un hecho, nos proporcionaron toallas limpias, frescas y desinfectadas para que uno seque su cuerpo ahora algo barrigoncillo por la falta de ejercicio. Tan poco pensamos respecto la larga cadena de eventos que permitió que la lavadora funcionara, y la cadena de eventos que produjeron el jabón para lavar ropa que uno usó para lavar la toalla.

¿Y tomamos en cuenta el sol que secó la toalla lavada? Seguramente la luz del sol es algo que damos por un hecho, especialmente debido al maravilloso cielo despejado que disfrutamos ahora en la Ciudad de México. Tomamos el aire y el cielo contaminado como algo normal y olvidamos como es el aire y el cielo libres de humo. Como he dicho muchas veces, no importa cuánto los humanos hayamos intentado arruinar el clima en la Ciudad de México, todavía es primaveral la mayor parte del año.

Una vez que sale uno del baño y nos vestimos decentemente, otro conjunto de cosas que damos por un hecho comienzan a hacer que nuestro encierro sea más tolerable: tomo como un hecho que habrá electricidad para calentar agua para mi café, y para poder sentarme y escribir esto en mi computadora y para poder escuchar algunas noticias.

Hay una cosa que debemos recordar en medio de todas las noticias pesimistas con que nos bombardean todos los días: la vida no se detiene, cambia y evoluciona para adaptarse a las circunstancias. Solo pregúntale al virus Corona. No hemos sobrevivido como especie porque somos tontos y no podemos adaptarnos a nuevas circunstancias. Hemos sobrevivido porque somos brillantes descubriendo, inventando, creando, las mil cosas que funcionan tan bien que las damos como un hecho.

Entonces, superaremos esto descubriendo, inventando, creando cosas que nos permitirán vencer al virus y que luego las tomaremos como un hecho, algo inevitable. Pero, tal vez deberíamos detenernos a pensar un poco y reflexionar que esta es la forma en que la Naturaleza nos dice "You've got to change your evil ways, baby" (Tienes que cambiar tus malos modos, nena.), como en esa canción de Santana.

Cuando éramos niños, dabamos como un hecho que nuestros padres siempre estarían allí hasta que la enfermedad o la edad se los llevaron y aprendimos que no era así. Dábamos como un hecho que nuestros hermanos y hermanas, primos y amigos siempre estarían ahí para hablar con ellos, darles un abrazo o un beso, pedirles ayuda o consuelo, hasta que el virus nos quitó esa posibilidad.

Muchos de nosotros siempre asumimos que ir a la oficina o la fábrica a trabajar era lo natural, sin importar la contaminación y la congestión, el estrés y la preocupación que esto causaba. ¡El virus nos hizo cambiar de parecer y ¡Y VAYA! ¡Hasta resultó ser algo bueno!

Es hora de que hagamos un balance de las cosas que damos por un hecho, de las personas cuya presencia tomamos por un hecho, de nuestra capacidad para adaptarnos a las nuevas circunstancias que damos por un hecho. Valoremos las pequeñas cosas que tomamos por un hecho y aprendamos a vivir sin ellas cuando ya no se den como un hecho.

Imaginen solamente una cosa: imagínense que todos los que trabajan en oficinas en la Ciudad de México no tuvieran que ir a la oficina todos los días, solo una vez a la semana. ¿Y qué podrían sustituir incluso ese día por un almuerzo o cena de trabajo con un cliente o colega de negocios. ¿Cuánta contaminación y tráfico se evitaría?

Nuestra capacidad de adaptación es infinita. Tenemos que cambiar nuestros modos, costumbres, formas de hacer las cosas. Adoptar los cambios y pensar de ellos como un hecho.

¡You have to change your evil ways, baby!

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